No sólo actuamos de acuerdo a cómo somos, sino que somos de acuerdo a cómo actuamos, a las prácticas a las que estamos acostumbrados.
Dicen que Einstein decía: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”
Partamos de que cada uno de nosotros, como bien nos solían recordar nuestras madres, somos un ser único y diferente, cada uno ve el mundo a su manera, interpreta a su manera y tiene su propia concepción de las cosas. Pues bien, uno de los postulados principales del coaching ontológico viene a ser algo -en principio- algo tan básico como eso. ¿Te acuerdas de de la imagen viral de la zapatilla que unos la veían verde y otros rosa? ¡Pues algo de eso hay por aquí!
Desde el coaching ontológico postulamos que cada uno de nosotros somos un observador del mundo diferente. Nuestro cerebro interpreta lo que nuestros sentidos perciben, por ende, biológicamente cada uno de nosotros somos un observador diferente y ninguno tenemos la certeza de que las cosas son como decimos que son, sólo podemos observar nuestra realidad, desde quienes somos.
En el coaching ontológico lo que tratamos de hacer es regalarle al coachee una mirada distinta a la que él tiene para conseguir ver los espacios de ceguera que todos tenemos. Si conseguimos mirar de manera diferente podremos actuar de manera diferente y así poder tener resultados diferentes. Sin cambiar el observador que somos no vamos a poder cambiar nuestros resultados. Dicen que nosotros somos el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra… ¡pero es que hay veces que nos estampamos una y otra vez contra el mismo muro!
Nuestra forma de interpretar, de observar, nos puede abrir o cerrar posibilidades. Esa forma de interpretar y de actuar viene determinada por cómo es nuestro observador. Cada observador tiene un mundo lingüístico, un mundo emocional y un mundo corporal. Estas tres dimensiones del ser se entrelazan tiñendo una a la otras y viceversa. Tu cuerpo tendrá una u otra presencia según en qué emoción estés. Tu lenguaje será uno u otro según cómo esté tu cuerpo y tu mundo emocional, etc… ¿te acompañaba tu cuerpo la primera vez que hablaste en público ante mucha gente? ¿te salían las palabras aquella vez que estabas tremendamente emocionado?
Estas tres dimensiones modelan el observador que somos. ¿Qué lenguaje estás acostumbrado a utilizar? ¿qué emociones tienes más a la mano? ¿cuánto escuchas y trasmites con tu corporalidad?
Un coach podría hacer ver a un coachee, por ejemplo, que tiene muy a la mano la frustración y muy a desmano el entusiasmo. Desde ahí podría abrirse un darse cuenta para el coachee en el que podría comenzar a identificar qué costos puede estar teniendo esa práctica en su vida y qué posibilidades le puede estar cerrando. La mirada que el coach le ha regalado ha podido servir para comenzar a cambiar las prácticas que modelan el observador que es, con lo que podrá comenzar a cambiar las acciones que hace y comenzará a tener resultados diferentes. En el fondo, estaremos cambiando la forma en la que aprendemos.
Por ejemplo, si tu observador es de los que le da pereza dar like a los artículos, comentar y compartir. Un buen comienzo para el cambio sería que con este artículo de Vive Causa dejes esa practica y compartas y comentes 😈😎
¡Vive Causa!